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16 de marzo de 2023

Diario de una letrada pringada (II)

 Ha pasado tiempo desde la anterior entrada. Así es la vida, un transcurrir de días y días.

Ayer me recordó google que hace dos años hice la entrevista en este despacho. ¡Ay! Si me hubiera mantenido en mis trece de continuar a mi marcha, esto no hubiera ocurrido.

Alargo los plazos para querer acabar en el mismo punto, querer ir por mi cuenta, pero los gastos que acarrear poder ejercer esta profesión me agarran las muñecas como recuerdo constante de “ojito”. Para quien no sepa estas cosas, un abogado simplemente para empezar (en mi época), tenia que sufragar una colegiación (obligatoria), lo que supone una entrega importante de dinero para poder ejercer. A eso se suma, la mutualidad o autónomos (gastos mensuales e ineludibles), despacho, materiales, etc. actualmente a todo esto se suma un máster, y un examen para poder acceder.

No soy de las que ha tenido posibilidad de montarlo en casa y abrir la puerta, tampoco los ahorros para, al menos, intentarlo.

Con el panorama actual, da miedo soltar un fijo mensual que únicamente sirve para cubrir gastos. Pero cada vez está más claro que no es aconsejable acomodarse en un lugar, cuanto menos donde no se valora tu trabajo. Ya comenté que, en palabras textuales, se dijo que esta letrada no tiene ni idea de nada, a esto se suma, que las últimas “perlas” han sido que no sirve para nada lo hecho amén del “total, eso es copia y pega”.

Mientras tanto, sigues atendiendo cordialmente a clientes, aplicando la honestidad con ellos. Yo no vendo humo, a pesar de las regañonas y los controles a los que se me somete, porque hay que captar clientes. Eso no me lo pueden quitar. 

Sigo respirando hondo, aplicando el humor para solventar preocupaciones, agobios y malas caras. Prefiero reírme que dejar que se acumule en mi interior la ira que provocan las estupideces ajenas.

Algún día cerraré esa puerta, solo falta dar El Paso.


10 de octubre de 2022

Diario de una letrada pringada

 Hace casi nueve años acabé la carrera. Pese a la insistencia de los padres en que preparara una oposición, decidí ponerme la toga y el maletín.  

Desde entonces, las experiencias se han ido acumulando, y ahora son un cúmulo inconexo de recuerdos buenos y malos que se avivan y te bombardean conforme llegan los nuevos recuerdos del ahora, día a día. 

Desde que empecé, he pasado por varios “despachos” que en realidad han sido empresas dirigidas por empresarios a los que lo único que les importa es el dinero. Todos menos uno, en el que primaba  el “status” de abogado de banca.

No es que critique que los empresarios quieran ganar dinero, al contrario, si montas una empresa ese es uno de los objetivos, pero si hemos de ser sinceros, ganar dinero está bien, pero no vendas y te des golpes en el pecho porque tú “ayudas a los clientes en situaciones críticas”, cuando lo único que estás haciendo es dejar de lado el Derecho para centrarte en vender unicornios. 

Es más, cuando aún así consigues ser el 1% de recursos admitidos, gran drama porque he sido yo y no alguien que se llama a sí misma abogado sin pegar ni golpe. 

Drama que ha conllevado consecuencias no solo para mí, sino también para mis compañeros.

 Hasta ahí llega la estupidez humana, algo bueno se convierte en agonía para los trabajadores, que ven como su soga al cuello aprieta un poco más porque el Tribunal Constitucional ha admitido un recurso a una “que no tiene ni idea” (palabras textuales) y no a la que alardea y se Hace llamar “la única abogada” del despacho.

Y tu, como abogada, haces lo que jurídicamente es posible y lo único que consigues es una reprimenda porque no es suficiente. “Milagros a Lourdes, señor”, viene a ser mi respuesta cuando me recriminan que el cliente va a perder la casa (cuando lleva desde 2010 sin pagar). Puedo alargar el proceso, puedo reclamar comisiones e intentar rebajar la deuda e incluso negociar con el letrado contrario, pero lo que no puedo hacer, es que el señor se quede con la casa sin pagar ni un céntimo. Milagros a Lourdes. 

Y, para colmo, regañona porque no es lo que el “empresario” ha vendido al cliente. Empresario que no ha estudiado Derecho, que la única relación con la universidad es la de la vida, la de “primero paga y después hablamos”. 

Señor, el derecho tiene sus trámites y también sus triquiñuelas, pero esto no es un sueño si no la vida real.

Por suerte, puedo estar agradecida que la mayor de las experiencias ha sido, hasta ahora, no solo el crecimiento y desarrollo profesional que he tenido que auto gestionar y auto aprender, sino que todas estas experiencias han venido acompañadas de personas maravillosas que han hecho de este viaje, un crecimiento personal, que nadie puede quitarme ni recriminarme.

Y, hasta aquí el pequeño resumen de mi situación actual. 

Hace años me preguntaron en una entrevista “¿como te ves en diez años?”. Actualmente sigo sin respuesta afirmativa a esa pregunta, pero lo que sí puedo decir, es que no me veo exprimiendo la cartera de la gente como objetivo único de mi vida. La vida es algo más que tener la cuenta del banco rebosante. 

18 de junio de 2019

Cogerle cariño a la piedra

Tropezar una y otra vez.
Encariñarse con la piedra.




Cuanto más lo pienso, menos lo entiendo. 

Una y otra vez, volviendo al mismo momento, en diferente tiempo.

¿Será cierto que me cuesta aprender?

Desde luego que sí.

Hace años que empezó una historia bonita, sin final y sin "feliz". 

Desde entonces, escondes tu historia en lo más profundo. 

Problema: esconder no es solucionar.

Y vuelve a resurgir, cuando menos lo esperas. 

Se enciende la llama de nuevo. 

Han pasado seis años.

Y sigo contando aquella historia como si fuera hoy, como si acabara de pasar.




31 de marzo de 2018

Ponerme en off

    Hay veces en que me gustaría tener un interruptor en mi nuca "encendido" o "apagado" del cerebro, es más, de poder ser un interruptor más completo, debería tener la opción "silenciar eternamente", "olvidar", "tomar nota y a otra cosa"y otras opciones diversas que nos dieran la opción de poder pasar página sobre un tema o persona (sí, las personas duelen).
      En mi caso optaría y me sentiría ampliamente agradecida de poder tener unos minutos la mente en blanco, sin pensar, sin distracciones. 
     No es que no pueda concentrarme, es que cuando acabo las tareas "obligatorias" (ya sea por trabajo, por necesidad o por obligación), mi mente es un hervidero de pensamientos que quieren entrar de golpe y se amontonan, de manera que aparecen apelotonados y no puedes centrarse únicamente en uno. 
      Los atiendes conforme van entrando, de uno en uno, de dos en dos, siempre con la versión más optimista de ti misma cuando son negativos y siempre con la parte racional cuando no sabes ni porqué te ha llegado ese pensamiento. 
       Y aún peor la noche, con el silencio parecen florecer las dudas, se asoman los miedos, los "y si..." (a éstos los catalogo como tema  digno de estudio), así que los acallamos como podemos.
      No me cabe duda que la vida interior de cada uno es un océano de pensamientos, de sensaciones... el ser humano es maravilloso y complejo.

20 de mayo de 2015

Translúcida



Según la Real Academia de la Lengua:
 
"translúcido, da.
(Del lat. translucĭdus).
1. adj. Dicho de un cuerpo: Que deja pasar la luz, pero que no deja ver nítidamente los objetos."
           Sentirte como un cuerpo extraño, sí, respiras, parpadeas, oyes... pero nada más.

                            Te dan ganas de gritar, de tirar lo que sea al suelo y hacerte notar.
            Pero sabes que no puedes... 

            Estás, pero no estas, eres como un ser translúcido, que sólo se hace visible en momentos determinados - y casi nunca por motivos "alegres"- y así sigues, una hora, tres, un día, meses, años... (espero no llegar a tanto ¿O si?)



17 de enero de 2015

Hoy no es un buen día.



No puedo dejar de llorar. Lloro por todo y por nada. Mi corazón está hecho añicos desde hace tiempo y ahora pago las consecuencias. Intento siempre ser optimista, ser alegre, no dar importancia a las cosas... pero estoy pagando un alto precio.
Quiero creer que es bueno, quiero creer que pasará, que no es nada... pero he entrado en un rol del que es difícil escapar. 
Me siento atrapada por la gente que me rodea, siento que todo el mundo me exige, pero por más que haga nunca es suficiente. Y cuando tengo la iniciativa y hago algo que es bueno para mi... o no vale, o no tiene importancia o simplemente es nada... porque lo de (la persona que te está escuchando) es mucho mejor y lo que tu has hecho "es de segunda" o no tiene mérito alguno, con lo que no hay más que decir que un "aham".
Y qué más puedo decir... que mi creencia en mi misma está tan baja que a veces creo que nunca voy por el lado correcto. Y como me siento así, soy incapaz de alegrarme por mi, porque voy aprendiendo y logrando cosas. Me extraño cuando una compañera me da la enhorabuena por haber logrado paralizar un procedimiento porque no estoy acostumbrada a que nadie me las de. No soy tan mala, no soy de segunda, simplemente no puedo contar con el apoyo de nadie, porque el mundo anda centrado en sí mismo y yo parezco no tener mundo propio. Creo que mi órbita se salió hace tiempo del camino indicado y ahora anda dando tumbos sin tener rumbo.

No me queda más que volver a levantarme, a ponerme la sonrisa e intentar reconstruir mi corazón con trocitos de celo.

(Creo que es el texto más triste que he escrito, pero necesitaba desahogarme, aunque sea con el teclado de mi ordenador, y si alguien lo lee, simplemente, Gracias)

26 de noviembre de 2014

Y la vida sigue...

La vida sigue, como si tal cosa. Pasan los días, uno tras otro.

           No tenemos costumbre de pensar en todo aquello que tenemos, que hemos conseguido...

          Una mañana, mientras iba distraída, como siempre, en el tren de camino al trabajo,  me vino una idea a la cabeza. 
¿Qué es lo que quieres que no tengas?
           Siempre nos centramos en aquello que nos falta, en aquellas cosas que pensamos que nos hacen falta y que nos crean la sensación de vacío o de "mala suerte" porque no tenemos aquello que añoramos.
              
¿ Y si en vez de centrarnos en aquello que no tenemos nos centramos en lo que ya tenemos?

            Aquella mañana inspiradora me hizo reflexionar en todo aquello que me rodea, en lo que he ido consiguiendo (no sin esfuerzo y algunas veces lágrimas) durante los últimos tiempos. No todo ha sido un "camino de rosas", pero en el momento presente, me doy cuenta que todo aquel sufrimiento, aquellas noches en vela,  lágrimas sin sentido y  falta de aire en los pulmones, ha tenido no sólo buenos resultados, sino que me ha hecho darme cuenta que, aún sin saberlo, he ido afrontando mis miedos. He logrado todo lo que más me importaba, estoy haciendo lo que quiero hacer ¿Qué más quiero?

               No recordaba que fuera valiente, pero me he dado cuenta de los muchos miedos que he destruido en este camino, y que aún me quedan por superar. Aunque ahora los espero con ganas. Y con más ganas los voy a afrontar. 

               Como bien me dijo una compañera: "Sempre endavant, sempre" ("siempre adelante, siempre"). Y así, siempre orgullosa por lo que una misma gana y por los miedos a los que da la cara y supera, seguimos adelante, mirando al cielo y plantando cara a aquello que se presenta como un reto.

            

4 de marzo de 2013

¿Por qué leer libros nos hace sentir bien?

Según se deduce un estudio de la Universidad de Búfalo (EE UU) publicado recientemente en la revista Psychological Science,cuando leemos un libro nos sentimos parte psicológicamente de la comunidad que protagoniza la narración, por ejemplo el colectivo de magos en el caso de la popular saga de Harry Potter. Este mecanismo satisface una necesidad humana fundamental: la de pertenencia a un grupo. 

2 de marzo de 2013

7 de noviembre de 2012

Recuérdame

A la vista está que ya no estás aquí. 

Ya nadie abre tu puerta, ni oigo tus pasos entrecortados al salir del portal.
Te echo de menos.
Cuando veo la puerta de tu casa siento que parte de mi quedó dentro cuando te fuiste.
No son las grandes palabras por las que te recuerdo, sino por tus silencios entrecortados por las sonrisas sinceras. 
Vale más una hora de silencio contigo que los dos años que llevo sin  verte.
Te echo de menos.